Es una verdad mundialmente reconocida que el microstock da pereza.
El tema del post de hoy me lleva dando vueltas a la cabeza muchos meses. Y es que, en este afán investigatorio, he descubierto frívolas realidades y sorprendentes parábolas. La más impactante ha sido mi incapacidad de conseguir que algún conocido se meta en el negocio del micrstock (incluso aquellos que están hasta las narices de su jefe).
Nadie (o casi nadie), de entre los muchos diseñadores que conozco, se ha dado de alta en microstock. Bueno, en realidad sí se han dado de alta… pero la mayoría no sube ninguna imagen o lo dejan en el más profundo de los olvidos.
Y aquí quiero resaltar que soy profesora de diseño, por lo que tengo gran contacto en lo que a diseñadores se refiere. Y siempre hablo del tema en clase. Incluso puedo ser pesada… Pero nada. O soy terrible vendedora de mi negocio o, simplemente, este trabajo no atrae la atención de la mayoría de la gente.
Eso me ha hecho preguntarme… ¿Qué es lo que les echa para atrás?
Es interesante analizar las reacciones de la gente cuando les hablas del microstock. He notado ciertas pautas en común y ciertos comportamientos que se repiten. La evolución del que descubre que este negocio existe suele ser secuencial. Primero, la chispa de la esperanza, cuando les dices que te dedicas a vender imágenes por Internet, que estás ganando 800 – 900 euros al mes y que estás pensando en convertirlo en tu profesión. Segundo, la investigación policial, cuando te asedian a preguntas y ven tu portfolio con ilusión. Tercero, la inseguridad cuando les dices que hay que pasar un examen. Y cuarto, la decepción, cuando descubren que hace falta al menos invertir un año y medio de tu vida para poder empezar a ganar dinero.
De aquí pueden sacarse varias conclusiones. Evidentemente, que el microstock es un trabajo… y por lo tanto no te vas a hacer rico así porque sí. Realmente hay que invertir tiempo y esfuerzo. Hace falta un estado mental para empezar en el negocio, es decir, hace falta que realmente te apetezca. Si no será como apuntarte a un gimnasio. Te compras la ropa de deporte más moderna, te planificas la semana y, a la hora de la verdad, jamás pisas el edificio. Creo que es necesario mentalizarse. Por eso yo no he logrado convencer a nadie, excepto a través de este blog. Y eso es porque quien acude a este blog lo ha buscado por si mismo, ha investigado, lo ha meditado y lo ha decidido. Y aun así, es fácil tropezar y abandonarlo a mitad de camino.
Cuando empecé este blog, debo confesar que me preocupaba la competencia. Me preocupaba darlo mucho a conocer. Pero a día de hoy entiendo que quien quiere llegar, lo hará con o sin mi. Lo cual es bonito (según como se mire), pero también me hace sentir bastante tranquila. Y es que la gran conclusión es que el microstock es rentable, pero también da enorme pereza. Pereza por perder, como mínimo, un año de tu vida en aprendizaje (que trucos usar para que te acepten las imágenes, que se vende, como funcionan las webs, como optimizar). Pereza en tener que generar cientos de imágenes al mes y aumentar tu portfolio a salto de mata. Pereza por tener que utilizar programas nuevos (como bridge para meter metadatos o ftps para subir las imágenes) y pereza de salir de tu área de confort. Pereza por cobrar 0.23 euros por cada imágen, lo que puede llevar a la frustración (en los inicios) de sentirte mal pagado. Pereza por tener que salir de trabajar y tener que ponerte a dibujar en tus ratos libres. Pereza por la incertidumbre. Pereza por encender el ordenador.
Reciclando la metáfora del gimnasio, creo que todo se reduce en si te gusta. Si te encanta levantar pesas o hacer spining como un loco, ir al gimnasio deja de ser una obligación y pasa a ser un placer. Y sí te encanta hacer dibujillos porque sí, entonces microstock no será una carga. Apúntate solo si vas a encontrar placer en ello, porque si no… lo dejarás antes de que pueda llegar a darte 20 euros.